El objetivo es mejorar la calidad de vida

En la mayoría de los países desarrollados como España, la diabetes es la cuarta causa de mortalidad. Se ha visto que controlar la glucemia resulta difícil incluso en los pacientes que reciben tratamiento, y más de la mitad de los pacientes con diabetes tipo 2 que toman actualmente medicamentos continúan sin conseguir sus objetivos de glucemia. Hay que recordar que, cuando no se trata o no se mantiene bajo control, la diabetes tipo 2 puede ocasionar cardiopatía, nefropatía, ceguera y problemas vasculares o neurológicos.

El objetivo final del tratamiento de un paciente de diabetes es mejorar su calidad de vida, que no presente complicaciones y que en definitiva pueda tener una vida igual al de aquellos que no presentan la enfermedad.

Ese paciente con diabetes tipo 2 que no esté controlado, puede presentar complicaciones severas como ceguera, alteraciones en forma de neuropatía, enfermedades cerebrovasculares, enfermedades cardíacas, y en definitiva mayor probabilidad de mortandad.

Afortunadamente existen avances que van permitiendo la mejora del control de estos pacientes, aunque nunca hay que olvidar que la primera premisa pasa por el estilo y la calidad de vida del paciente, que debe ser el primer tratamiento.

Un islote pancreático es un conjunto de células, que se encargan fundamentalmente de segregar insulina en un 80% de ellas (las llamadas Beta) y en el 20% restante se dedican a segregar otras hormonas paralelas a la insulina que intervienen en el control de la glucemia. La disfunción de este islote es aquello que ocurre cuando este no funciona bien, es decir no segregan la insulina necesaria, o no genera el resto de hormonas necesarias.

La resistencia a la insulina, que es la hormona responsable de que el azúcar entre en los tejidos periféricos para que pueda ser utilizada, es cuando la insulina no es suficientemente eficaz para sacar la glucosa de la sangre y que pueda ser utilizada por los tejidos periféricos. Las formas de medición de esta resistencia, pueden ser varias, pero el primer orientador es la existencia de obesidad, sobretodo si es a nivel abdominal, y también tiene importancia, o es indicativa de esta resistencia, es cuando el paciente ya se levanta por las mañanas con glucemias altas sin haber ingerido nada durante toda la noche.

Entre los nuevos antidiabéticos orales, potenciadores del islote pancreático, lo que hacen es ayudar a la célula beta a segregar insulina gracias a las proteínas llamadas increatinas. Por otro lado actúan sobre otras células del islote, las llamadas Alfa, que son las que producen el glucagon, frenan la producción de esta hormona, que es la responsable de que el hígado fabrique esa glucosa en ausencia de la que viene de la comida. Al haber ya glucosa proveniente de la comida, estas in cretinas, lo que hacen es frenar la producción por parte del hígado.

Tradicionalmente se había pensado que la diabetes era una disfunción del páncreas, y realmente hay varios órganos implicados, desde el músculo hasta el páncreas o el hígado. El hígado es un órgano muy activo a nivel metabólico, y su papel fundamental en el metabolismo de la glucosa en el caso de la diabetes, es que en condiciones normales la insulina permite que la glucosa que existe por la sangre que no se va a utilizar de forma inmediata, se acumule dentro del hígado y en los momentos en que no hay glucosa esa glucosa puede deshacerse y además el hígado puede además utilizar otros principios inmediatos como las proteínas o los ácidos grasos libres para convertirlos en glucosa.

Dentro de la nueva familia de fármacos, de dos tipos, unos por vía subcutánea mediante inyección y el otro grupo de fármacos por vía oral. Ambos tienen efectos neutros o incluso son capaces de disminuir el peso de los pacientes de la diabetes y por tanto combate la obesidad tan asociada a la diabetes.

Una de las grandes ventajas de estos fármacos es que son combinables con otros fármacos ya existentes, ya que ello permite atacar por varios frentes, bien mediante el aumento de la insulina por el propio páncreas, otros que aumentan la sensibilidad del receptor periférico y también los que facilitan las incretinas. Por tanto, uno de los grupos farmacológicos que ha demostrado mayor eficacia al reducir la mortalidad y mejorar las complicaciones, es la metformina, ya que una de las combinaciones lógicas que tiene es asociarla a los inhibidores de la dpp4, que bloquearían el destructor de las proteínas intestinales.

Los hábitos saludables, la buena alimentación y hacer algo de ejercicio, aunque sea sólo caminar, reducirían mucho la prevalencia de esta enfermedad. En todos los países occidentales se ha demostrado una equivalencia entre el aumento de la obesidad y las cifras de pacientes que padecen diabetes mellitus tipo 2.

Una persona con antecedentes familiares y que tiene tendencia al sobrepeso, tiene mucho riesgo de tener este tipo de diabetes.

En los últimos años las estadísticas en números de las complicaciones derivadas de la diabetes han disminuido drásticamente, y desde la sociedad en general y con la complicidad del sistema sanitario, se debe concienciar sobre los hábitos de vida y sobre el seguimiento y control de estos pacientes.

Una persona normalmente no pasa de no tener diabetes a tener diabetes de forma inmediata, y depende del tipo de diabetes, ya que la de tipo 1 sí tendría esa posibilidad de inmediatez, de surgimiento de la nada, pero en el caso de la diabetes de tipo 2, normalmente hay factores que ya van desarrollándose durante 10 años antes de ser diagnosticada.

El diabético no diagnosticado si que ocupa y preocupa a los médicos, ya que tanto el tratamiento y seguimiento que debería haberse aplicado, no se ha hecho, y por tanto, cuando llegue el momento del diagnóstico, es posible que se deba tratar frente a otras complicaciones derivadas. Se podría adelantar el diagnóstico si se hicieran más controles de glucemia, pero la principal arma para no tener que diagnosticar esta enfermedad es evitar el sobrepeso y llevar una vida equilibrada.

El diagnóstico de diabetes se realiza a través de un corte en los niveles de glucosa, que es una variable cuantitativa, y por tanto ese valor que en ayunas es de 125 y ya pasa a ser diabético, mientras que una persona que mida un valor de 124 no queda englobado como paciente diabético, aunque sin embargo, si este fuma y no hace ejercicio, puede tener peor pronóstico y futuro que el que ha marcado 126 y sin embargo lleva una dieta equilibrada, tiene control sobre su peso, no fuma y practica ejercicio. Es por ello que hay gente que tiene una diabetes muy incipiente o baja, ya que está próxima al valor en que se engloban a las personas sin diabetes, y por tanto, sí podría decirse que no es tan diabética como aquellas personas cuyos índices son de 170 por ejemplo.


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