Si las magníficas noticias tienen expresión esa es la de la periodista donostiarra de 32 años Teresa Olano. Ha protagonizado a principios de este mes el que es seguramente el primer transplante de páncreas de Euskadi. Eso supone que se olvida de su diabetes y de su permanente, continuo y encadenante control. “Estoy fenomenal. Esto es otra vida”, dice radiante, a pesar de que el nivel de hematocrito todavía no es el adecuado.
La operación se realizó el 3 de enero en el Clinic barcelonés. A Teresa se le acaban de abrir unas expectativas en la vida que hace poco más de dos años ni siquiera podía imaginar. Por culpa de la diabetes que padecía desde los dos años estaba obligada a tratarse, cuidarse e inyectarse insulina. De adulta, al fallarle uno de los riñones, fue su madre quien le donó uno de los suyos. El trasplante se llevó a cabo en el Clinic de Barcelona en noviembre de 2007 y, por su enorme vitalidad, no estaba dispuesta a vivir atada a la diálisis para el resto de sus días.
Desde septiembre del año pasado estaba esperando la llamada del hospital barcelonés donde le iban a hacer el trasplante de páncreas. “Me llamaron el día 2, me subí a una ambulancia y llegué al Clinic barcelonés con hipoglucemia pero feliz de poder recibir un páncreas”, relata tras describir las diversas operaciones de vista y la de riñón donado por su amatxo.
La intervención para este trasplante duró seis horas. “Mikel Prieto, un médico cirujano donostiarra que está en la clínica Mayo de Minnesota (EE UU), ya me había hablado de lo que era este trasplante. Aunque ofreció su centro médico y yo estaba dispuesta a irme, me recomendó hacerlo en el Clinic de Barcelona”.
Se siente especialmente privilegiada “porque me han dicho que soy la primera en Euskadi a la que realizan un trasplante de páncreas. Me dicen que es de un chico algo más joven que ha fallecido de un ataque cerebral. Que su páncreas es muy bueno”. La operación ha sido un éxito. “Pero muy dura. Me desperté en la UCI llena de tubos. Me lancé a este trasplante por mi vitalidad pero, si me cuentan lo que es, igual no me atrevo”, dice.
Hoy ya no lo duda. “Esta es otra vida. No me mareo, no tengo peligro de que las consecuencias de la diabetes puedan producirse pero ahora debo tener cuidado con el rechazo. Actualmente está en el 40% de posibilidades de rechazo y con el paso de los meses se reducirá a cero”. Por supuesto, se medica para evitarlo. Atrás queda “la niña y chica introvertida por culpa de mi enfermedad. Me daba mucha vergüenza que los demás niños me vieran pinchándome. Me ha servido también para madurar mucho”.
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