Los autores señalan que los niños con presencia de estos biomarcadores deberían ser objetivo primario de prevención de la diabetes tipo 2 a través de dieta, ejercicio y quizá fármacos, en especial aquellos con sobrepeso con antecedentes familiares
Los científicos, dirigidos por John A. Morrison, analizaron datos de dos estudios. El Estudio Nacional de Crecimiento y Salud siguió a 1.067 chicas negras y blancas con 9 y 10 años al comenzar y el Estudio de Seguimiento Princeton siguió a 822 escolares negros y blancos durante 22 a 30 años desde el periodo de 1973-1976.
En el Estudio de Seguimiento de Princeton, los participantes fueron más propensos a padecer diabetes a los 39 años si tenían la presión sanguínea sistólica alta, un índice de masa corporal (IMC) elevado, los niveles de glucosa de al menos 100 miligramos por decilitro, los niveles de lipoproteínas de alta densidad bajos y los triglicéridos altos en la infancia.
En el Estudio Nacional de Crecimiento y Salud, la presión sanguínea sistólica alta, la concentración de insulina y un padre con diabetes aumentaba en los menores el riesgo de tener diabetes a los 19 años.
Los autores concluyen que estos datos tienen un importante valor clínico en la práctica para la evaluación de los adolescentes y preadolescentes. Los autores señalan que los niños con niveles elevados de presión sanguínea sistólica, triglicéridos, IMC e insulina, así como la concentración de glucosa de al menos 100 miligramos por decilitro y uno de los padres con diabetes, podrían ser objetivo primario de prevención de la diabetes tipo 2 a través de dieta, ejercicio y quizá fármacos, en especial aquellos con sobrepeso con antecedentes familiares.
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