Esto es lo que explicaron en el congreso científico “Factores de riesgo no tradicionales para la Obesidad”, al que ayer mismo asistí en el campus central de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de EEUU.
Estrés: más allá del snacking
No me lo invento. La semana pasada una amiga me decía que cuando pasaba una temporada estresada le salía “pancita”. Yo repliqué que en mi caso era lo contrario, y parecía más lógico perder peso si tu metabolismo iba más acelerado y dormías menos y peor.
La ponente Elissa Epel de la Universidad de California nos dio la razón a los dos, pero aseguró que la situación de mi amiga era mucho más frecuente. Sus estudios en mujeres relacionan claramente el estrés con ganar unos kilitos de más. Por una parte, cuando estás estresada comes más veces a deshoras, tienes mayor apetencia por dulces y alimentos grasos, y disminuye tu capacidad de autocontrol. Pero la relación con la obesidad va mucho más lejos. El estrés incrementa los niveles de insulina y de una hormona llamada cortisol, que provoca un aumento de grasa abdominal. Aunque no modifiques tu dieta.
Infectobesity
¿Un virus que te haga engordar? Sí, por ejemplo el adenovirus AD-36; el que lleva tiempo estudiando Nikhil Dhurandhar .
Primero descubrió que este virus de origen aviar estaba presente en pollos más gordos de lo normal, luego que si lo inoculaba a ratones y monos les aumentaba la grasa corporal, y por último, que el AD-36 está presente en el 30% de personas obesas, y sólo el 5% de los no obesos .
No se atrevió a asegurar que la causalidad estuviera del todo demostrada, pero todo hace pensar que este adenovirus relativamente inocuo juega un cierto papel en el aumento de peso. En cultivos celulares se ha visto que los adipocitos infectados se dividen más y acumulan una cantidad de grasa mucho mayor.
Obesogen en el desarrollo embrionario
Si fumas durante el embarazo, tu hijo nacerá con menor peso, pero de adulto tendrá mayor tendencia a sufrir obesidad. Esto está más que demostrado según Jerry Heindel del National Institute of Environmental Health Sciences. Hay la hipótesis (y recalcó la palabra hipótesis) que otras sustancias químicas denominadas obesogenes podrían regular la expresión génica durante el desarrollo embrionario, y dejar marcas epigenéticas que condicionen a un mayor peso corporal de adultos.
El diethylstilbestrol (DES) es un estrógeno que durante 30 años se dio a unos 10 millones de embarazadas estadounidenses hasta descubrir que aumentaba la probabilidad de cáncer vaginal en sus hijas. Algunos investigadores observaron que también parecían sufrir más obesidad. No se ha podido comprobar en humanos, pero en ratas el efecto es clarísimo: si le das DES a la rata madre, la rata hija será obesa. No porque coma más ni haga menos ejercicio, sino porque cambia su expresión génica.
“Obesogen” es un término establecido por un científico que estudiaba los efectos en el metabolismo de animales marinos del tributyltin, un funguicida utilizado en instalaciones marinas y recubrimiento de barcos. Vio que incrementaba el número de adipositos, y cuando hizo pruebas con animales comprobó que causaba obesidad.
Los investigadores tienen sospechas sobre una larga lista de compuestos químicos.
El tipo de bacterias en tu intestino
Pueden hacer que absorbas más comida, o que la metabolices de manera más eficiente . El proyecto Human Microbiome intenta averiguar la diversidad de estos 10-100 billones de seres que viven en tus tripas, y muy bien podrían ser considerados parte de tu organismo. El tema es muy interesante, pero qué rollo de charla esta última.
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