Entre las razones propuestas se encuentran el aumento del promedio de vida, teniendo en cuenta que a mayor edad existen más probabilidades de padecer esta dolencia, así como el estilo de vida moderno caracterizado por comidas rápidas con alto contenido graso y el sedentarismo.
La posibilidad de vivir más años muestra un problema antes casi inexistente, mientras que el confort de la modernidad genera pocos desplazamientos y con ello otras incomodidades. Pero no todos están al tanto de su condición de diabéticos. En Estados Unidos un tercio de los afectados no conoce su situación, en tanto que en Argentina como en el resto de Latinoamérica, sólo la mitad. Estos datos están relacionados con la difusión e información sobre la enfermedad, la cobertura médica y el control de la salud. El futuro seguirá mostrando diferencias parecidas: la progresión de la diabetes será mayor en los países no desarrollados.
Entre las mayores dificultades de la región latinoamericana, la Federación Internacional de Diabetes destaca el costo de la medicación en algunos países y el escaso acceso a la insulina y a otros productos relacionados para controlar esta dolencia caracterizada por un incremento de glucosa en sangre. A este costo se debe agregar el de las jeringas descartables y las tiras reactivas para el control diario.
El desafío por delante es amplio para toda América Latina, dado que la prevalencia va en aumento en los años futuros. “Esto lleva a una necesidad de mayor colaboración entre las asociaciones de diabetes y la organización de federaciones para advertir de la enfermedad y sus riesgos a la población en general. Además , -agrega la Federación Internacional de Diabetes- es necesario coordinar y adecuar la educación sobre esta cuestión así como crear la profesión de educadores en diabetes en aquellos países donde aún no están disponibles”.
Perspectivas alentadoras
Mientras el futuro muestra mayor cantidad de casos, la ciencia no descansa en su búsqueda por contrarrestar el avance de la enfermedad. Recientemente un grupo de investigadores canadienses fue noticia al anunciar el exitoso implante de células pancreáticas a ocho pacientes diabéticos. De este modo, la fábrica de insulina volvía a instalarse en el organismo, en un principio en el hígado; y a trabajar normalmente regulando el nivel de glucosa de la sangre. Desde hace dos décadas una línea de trabajo está detrás de esta opción, que esta vez obtuvo una nueva combinación de drogas para prevenir el rechazo al injerto. En algún momento se estudia la posibilidad de clonación de las células de modo que no se deba luchar tanto contra el rechazo propio del cuerpo a todo implante.
Las perspectivas son alentadoras ya que diversas técnicas de investigación apuntan a la diabetes, mientras surgen sensores de glucosa sin necesidad de pinchazos. Son una especie de reloj que se coloca en la muñeca y a través de un sistema de electro-ósmosis monitorea la glucosa. También en Estados Unidos se está probando la insulina nasal que se absorbería a través de la mucosa. Por otro lado, continúan trabajando otras líneas científicas dedicadas a desarrollar el páncreas artificial, similar a un marcapasos. Además actualmente se encuentra otra técnica bajo la lupa: a través de ingeniería genética se está estudiando la enzima que permitiría regenerar las células del páncreas dañadas.
El horizonte parece mejor en un futuro no muy lejano. Mientras tanto es importante esperar y aprender a utilizar los elementos que se tienen en la actualidad: con una buena dieta, medicación, actividad física y educación adecuada, la calidad de vida puede ser tan buena como la de una persona no diabética.
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